sábado, 22 de junio de 2013

Lo que parecía una mala racha, sería aún peor.

-Diciembre, 2013:
Era la primera vez después del parto que mis suegros verían a Yanira, estaban ilusionadísimos, deseando que llegáramos.. y nosotros también. A Paquito le costó mucho conseguir sus vacaciones en plena Nochevieja, necesitaban que hiciera horas extra, para más inri.. pero después de recordarles que ya había hecho demasiados favores por poco dinero, le dieron la opción de librar esa semana. No era demasiado, llegaríamos el día 31 y volveríamos el día 4, pero al menos verían a Yanira, y el resto de su familia por fin la conocerían. A todo esto, sumamos 300 euros aproximadamente para los billetes, como os podéis imaginar, Diciembre no era nuestro mes perfecto.
Aproveché los últimos días de año para comprarle ropa a Yanira para el viaje, aquí en Cádiz la brisa es más fría, asi que debía comprarle cosas más abrigaditas, le pedí a mi abuela que me acompañase, pero estaba cansada y nunca quería, asi que jamás le insistí. Cuando se encontraba con ganas, comíamos juntas e incluso íbamos al cine, pero tenía claro que cuando decía que no, era que no.
Una mañana de Diciembre, decidí llevar a mi abuela al médico de cabecera, no la veía bien, siempre estaba muy cansada y tenía un dolor intermitente en el abdomen y las piernas. Soy una persona muy cabezota y quería que la hicieran una radiografía para verle los huesos, y hasta que no la conseguí, no paré.
El diágnostico fué: Artrosis, la edad no perdona.
Para ser completamente sinceros, no estaba muy convencida de que fuera artrosis, pero él era médico y yo no, asi que lo dejé en sus manos. Lo achaqué a que ella nunca quería andar, por lo tanto, era como un círculo vicioso, si no te mueves, te atrofias, pero si te duele, no te mueves.. y como no había nada para remitirle el dolor, tampoco quise obligarla a que andara, sé lo que es pasar por dolor de huesos y no se lo deseo a nadie.
Yo era la persona que le hacía la comida, me ocupaba de la casa, de la limpieza, de la compra, de sus pastillas.. ella me crió desde que yo tenía un año, y para mí cuidar de ella era un placer, era como devolverle todo lo que había hecho por mí, aunque sabía que nunca podría pagarle todo, al menos le hacía compañía. Para ella lo más importante era yo, pero había llegado Yanira, se pasaba el día jugando con ella, cogiéndola, dándola de comer.. le encantaba cuidarla, y para mí era un alivio esa tranquilidad para poder hacer cosas.
Una mañana, no se encontraba bien y decidí llamar a mi hermana para llevarla al hospital, estaba segura de que algo pasaba. Estuvimos desde -aproximadamente- las once de la mañana, hasta las ocho de la tarde.
-El diagnóstico fué: Deshidratación.
Me pareció lo más raro e inusual del planeta, deshidratada? Por Dios, mi abuela es la persona que más líquido bebía del planeta, comía perfectamente.. no veía ningún motivo para estar deshidratada. Pero como siempre, los médicos son ellos.
A la mañana siguiente volvimos a hacer una visita al hospital, tenía diarreas por las pastillas que le habían mandado, el ácido fólico le había subido hasta las nubes y sus dedos eran berenjenas adultas. Pobre mujer.. ni si quiera podía andar.
-El diagnóstico fué: Gastroenteritis.
No quisimos volver al hospital, me ocupé de darla aquarius, mantenerla hidratada y bien nutrida. Y poco a poco, el malestar le fué remitiendo.. Yo me ocupaba de bañarla, asi que conocía a la perfección el cuerpo y la agilidad de mi abuela, pasaba con ella 24 horas diarias, y algo me decía que las cosas no iban bien.
Una mañana de ese mismo mes de Diciembre, habíamos quedado en que iríamos a desayunar al centro comercial La Vaguada, para celebrar que por fin había decidido apuntarme a la autoescuela, pasaríamos por ella a pagar la matrícula y si conseguía sacarme el carné, me compraría el coche que se me antojase.
Cuando me levanté a eso de las diez, ella aún no estaba despierta y la televisión estaba apagada. Era raro en ella, dormía con la televisión puesta y más o menos a las 7 u 8 estaba despierta viendo "Alerta Cobra". Efectivamente, estaba dormida. La desperté con sumo cuidado de no asustarla, me dijo que prefería desayunar en casa porque no se encontraba bien, le dije que perfecto -no quise presionarla- pero que teníamos que desayunar en la cocina, al menos para que andase un poco.. Cuando se levantó del sofá, me fuí a preparar los desayunos -Paquito estaba dormido con Yanira, aún no se habían despertado- y desde la cocina oí un tremendo golpe, inmediatamente salí al comedor y la vi tirada en el suelo. Entré en estado de shok, pero me acerqué y la tomé el pulso, solo se había desmayado.. Como pude, -pesaba más o menos unos 70 u 80 kilos, y yo unos 55 o 60- y la subí al sofá. Traje paños mojados en agua fría y se los puse en la frente, dándole palmaditas en las mejillas recobró el sentido, y en ese mismo instante sentí que la sangre volvía a circular por mis venas, llamé a una ambulancia y a mi hermana. Mientras venían, desperté a Paquito y le dije que se fuera a casa de mi hermana con Yanira, yo tenía que irme al hospital inmediatamente y no quería que se quedase solo en casa.
Al cabo de tres minutos, un hombre de sanidad -creo que era enfermero- vino a la puerta de mi casa. Dijo que era para comprobar si era necesaria la ambulancia -estamos en plenos recortes de la sanidad pública y tenían que segurarse- asi que le tomó la tensión. Yo no quería enterarme de nada, me metí en la cocina, me acuclillé contra la pared y dejé la mente en blanco. Entre medias mi hermana llamó al telefonillo y el enfermero, al ver que no abría nadie, contestó y abrió él. Yo estaba fumándome un cigarro, hacía dos meses -desde que nació Yanira- que no fumábamos en casa, pero no quise salir de la cocina.
Cuando salí, mi abuela me estaba buscando con la mirada, me puse a su lado y la dije que estuviera tranquila, que la quería y que estaba ahí con ella en todo momento, quise infundirle el valor que ni yo misma tenía, había algo en mí que me decía que esta vez no sería una deshidratación, una gastroenteritis o ese tipo de pamplinas que los médicos utilizaban para picarnos billete del hospital. Esta vez era algo serio.
Me volví a meter en la cocina y me fumé otro cigarro, habían llamado a la ambulancia y había en mi casa un equipo de médicos formado por -más o menos- seis personas. Le tomaron la tensión, el pulso, le midieron el azúcar, el sintrom, me pidieron todo tipo de expedientes y papeles.. me estaban volviendo loca, asi que me volví a encerrar en la cocina dejando al mando a mi hermana de la situación.
Al cabo de un minuto, mientras me fumaba el tercer cigarro en un intérvalo de diez minutos, entró el enfermero que había aparecido en primer lugar por mi casa. Recuerdo sus palabras:
-Cuál es tu nombre, cielo?
-Ainhoa.
-Qué familiar eres de ella y qué papel ocupas en su vida?
-Soy su nieta, hija de su hija y vivo con ella. Digamos que me ocupo de ella, es independiente, pero lo hacemos todo juntas.
-Con lo cual, eres la primera persona a la que debería informar de cuál es su estado, no?
-Como usted quiera. Si no lo hace usted, lo hará otro.
-Lo primero, tutéame por favor, me llamo Pablo. Y tu abuela está en un estado crítico.
La sangre se congeló en mis venas, me faltaba el aire.. los ojos me escocían y supe que de un momento a otro, iba a llorar.
-Sigue..
-Su tensión en estos momentos es la peor que he visto en mi vida, si estuviéramos en una operación donde estuviera inconsciente, cualquier médico la hubiera dado por muerta.
-Pero ella está consciente.
-Exacto, y pregunta por tí. Es asombroso que con esa tensión consiga abrir los ojos, pero, si yo fuera su nieta y la quisiera como debes quererla tú, estaría con ella, le diría algo, quizá sea la última vez que lo hagas.
Nunca había sentido tanto odio y rencor hacia un médico, ni si quiera hacia cualquier otra persona. Como había imaginado, me arrodillé, me puse las manos en la cara y lloré, lloré como hacía años que no lo hacía. Lloré como cuando ingresaron a mi madre y me dijeron que no había ningún transplante compatible para ella, lloré como cuando me explicaron que mi madre iría al cielo a esperarme, lloré como cuando unos años antes, mi mejor amigo se mató en un accidente, lloré como cuando creía que mi padre estaba muerto y nunca le iba a conocer.. Lloré con la sensación de la muerte en la garganta, lloré como solo la muerte puede conseguir que llores.
Me sequé las lágrimas con la camiseta, saque fuerzas de flaqueza y me acerque a ella, la ambulancia me pidió que le pusiera ropa limpia y le quitara el pijama, y así lo hice, la peiné con sumo cuidado y la subieron a una silla de ruedas directa a Urgencias del Hospital Universitario La Paz. Me vestí de cualquier manera, me lavé la cara, los dientes y me hice un moño, en menos de cinco minutos estaba lista y montada en el coche de mi hermana. Nos pasamos todo el día en el hospital.
-El primer diagnóstico fué: Pancreatitis.
La explicación médica era que el pancreas había sufrido daños irreparables, pero tenían la esperanza de podérselo extirpar.. querían hacer más pruebas. En esos momentos llamé a mi madre, supe que era el momento de avisar a la familia. Anteriormente había pasado por una operación a corazón abierto y con un expediente de "salud regular" y casi ochenta años encima, dudábamos que todo saliera bien. Mi madre me trajo los libros de la autoescuela.
Cada vez que pasaba a verla al BOX, la veía peor. Más amarillenta, más hinchada. Creíamos que era de la vilirubina, asi que no me preocupé en exceso, pero en varias visitas no pude entrar.. mis ojos no querían dejar de llorar, y los médicos me habían aconsejado que era mejor no ponerse así en su presencia. Cada vez que pasaba a verla ella me decía que se encontraba bien, era como si todo el rato se estuviera despidiendo de mí, sencillamente no podía soportarlo. Me abrazaba, me besaba las manos como si fuera la última vez que lo hiciese, y por muy cruel que pareciera, por muy egoísta que la gente de fuera lo viese.. me resistía a dejarla marchar, mucho menos ahora que tenía que disfrutar de Yanira. Le hicieron unas cuántas pruebas más.
-El segundo diagnóstico fué: Hepatitis.
Me resistía a creer que me estuvieran tomando el pelo, pero me daba la sensación de que era así. Los médicos estaban saturados con los recortes, pero ése no era mi problema.. ni si quiera podía tomar agua porque no sabían como la podía sentar, y para ser claros, me estaban tocando los cojones. 
A eso de las ocho de la tarde, me había estudiado cerca de cuatro temas del carné, no podía más, mis piernas no rendían, mi estómago crujía como loco pero mi boca se negaba a masticar o tragar comida, estaba hecha polvo. Cerca de las nueve, cuando pensaba irme a casa a descansar, una enfermera me llamó, me dijeron que estaba peor, había perdido la consciencia y la iban a ingresar en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos), mi madre estuvo ahí mucho tiempo, y no auguraba nada bueno.
Cerca de las doce de la noche no había cambios, asi que dejamos en recepción los números de teléfono para que llamasen si se ponía peor, y si no llamaban, iríamos a verla por la mañana. El horario de visitas era así:
-Mañanas: 12:30-13:00 de Lunes a Domingo.
-Tardes: 18:30-19:00 de Lunes a Viernes.
Sí, exacto. Media hora -de mierda- para visitar a los pacientes gravemente enfermos, sólo dos personas por paciente, sin poder hacer intercambios. Había días que sólo podíamos pasar diez minutos porque se retrasaban a la hora de abrir las puertas, pero ése ya es otro tema.
Al día siguiente, como no habían llamado por teléfono fuímos a verla a planta. Estaba hecha polvo, reprimí las ganas de llorar desde el primer segundo. Llena de cables, de agujas, de esparadrapos.. por la cara, por todo el cuerpo en general, hinchada, amarillenta.. me dió tanta pena que incluso ahora escribiendo el texto, no veo bien por las lágrimas. Era mi abuela, mi madre y mi padre, la persona que me hizo mayor, la persona que lucho conmigo en los malos momentos, no puedo explicarlo.. era mi madre, aunque la llamase abuela. Me agarraba las manos tan fuerte que cuando salía del hospital me tenía que sentar en las sillas a llorar, tranquilizarme y masajeármelas. Me pedía perdón por cosas que no había hecho, me pedía que cuidara de Yanira y de Paquito, que les dijera que les quería, se despedía de mí en cada ocasión que encontraba.. Las enfermeras me decían que se pasaba la noche diciendo: "Ainhoa, mi Ainhoa.. que venga por favor, sácame de aquí hija mía, si tengo que morir en algún sitio, quiero que sea contigo en casa, por favor llévame contigo". Cuando otra persona de mi familia entraba a verla en lugar de yo, le preguntaba por mí, les decía que porqué yo no había ido, que quería verme a mí. Sé que me necesitaba, pero ni la mitad de lo que yo la necesitaba a ella.
Fueron pasando las semanas, cada día estaba más destrozada, perdí muchos kilos, muchos ánimos y mi cara era un cuadro.. no sé cuánto tiempo llevaba sin maquillarme, y gracias a Dios que Paquito renunció a muchas horas extra y estaba cada día al pie del cañón, porque para ser sinceros, descuidé la casa, la ropa, la mayoría de los días comiamos fritos y congelados, llegué a descuidar a mi hija y sobretodo a mí misma. Digamos que en esos días Paquito lo hacía prácticamente todo, excepto la comida.. si él no hubiera estado conmigo, no sé que hubiera sido de mí durante esas semanas. Yo vivía -o sobrevivía- a base de cafés y pan, me levantaba por la mañana, ponía una lavadora, me duchaba y me iba al hospital -me estaba gastando tanto dinero en autobuses, que opté por ir andando, no era mucho, unos 30 ó 40 minutos, pero tardaba más en llegar a casa. Cuando llegaba, hacía algo rápido de comer, dormía un poco y me volvía a ir al hospital.. y así durante semanas. Sin cambios, con la misma agonía.. no mejoraba pero tampoco empeoraba, la línea de su vida estaba al borde de un precipio. La muerte estaba jugando con nosotros, no se la quería llevar pero tampoco quería devolvérmela, y eso, incluso fué peor que si se la hubiera llevado esa mañana de Diciembre.
Un  día nos llamaron del hospital y nos dijeron que querían hablar con nosotros inmediatamente, subimos al hospital con el mayor sabor de boca que he tenido en mi vida.
-Tercer diagnóstico: Sepsis.
Nos explicaron que era una infección en el organismo, producida por unas piedras en la vesícula biliar. No hubieran tenido excesiva importancia, pero al descubrirlas tarde, la infección había pasado a la sangre.. asi que corría un enorme riesgo. Estaba muy, muy grave, muchísimo.
Tenían que hacerla una incisión en el costado derecho, meter una especie de "goma de plástico" e intentar quitar todas las piedras posibles. Así lo hicieron, no contaban con mucho éxito pero al final, quitaron más de las que esperábamos. A todo esto, no podía comer ni beber nada, estaba nutrida e hidratada, pero necesitaba agua, sentir que bajaba por la garganta.. estaba tan seca que incluso hablaba ronco. A este hecho le sumamos que odiaba los hospitales, asi que os podéis hacer una idea de cómo era su vida en esa habitación. Y como era la mía al verla allí.
Parecía que estaba mejorando un poco, pero demasiado poco a poco. Los médicos no nos querían dar esperanzas, un día, la doctora quiso hablar conmigo:
-Ainhoa, tu abuela está realmente mal, está en un estado muy crítico. Ahora mismo su vida depende de una máquina que la conectamos a diario, digamos que la sangre de sus venas corre gracias a una maquina, respira gracias a una maquina.. su calidad de vida es cero. Si mi madre dependiera de esa manera de mí, yo no permitiría que siguiera así. Por ahora hay una mínima mejoría, pero el día en que no la haya estamos obligados a comunicarlo y que ustedes decidáis qué es lo que queréis hacer con el paciente. Mi consejo es éste: no la dejaría vivir así, estudiatelo y háblalo con tu familia.
Así lo hice. Opinaba exactamente igual que la enfermera, yo conocía a mi abuela, y ella no querría una vida así. Sin poder caminar, comer, beber.. que todo lo hiciera una máquina, estando en estado de coma unos años más. Eso no es vivir, eso es morir en vida.
Pero en mi familia no todos pensábamos así, asi que cogí un rebote de la hostia. Creo que ese día lloré más que en todas esas semanas juntas, no podía verla así, todo esto me superaba al máximo. Era la persona después de mi hija que más quería en este mundo y estaba postrada en la cama de un hospital, mientras nosotros decidíamos por su vida o su muerte. No era justo, no es justo para nadie. 
Una tarde en el hospital se había defecado encima y tuve que llamar a unas enfermeras para que la cambiasen, al cabo de 20 minutos me dijeron que las celadoras tardarían en venir, que estaban merendando. Yo no podía dejar a mi abuela literalmente "cagada encima" asi que les obligué a que la cambiasen en ese mismo instante, si no lo hacían, iba a presentar una queja a sus superiores. Cuando vinieron los celadores me obligaron a salir de la habitación, pero por una rendija del cristal vi lo que hacían, la giraron tan fuertemente hacia el lado izquierdo, que el catéter que tenía en el lado derecho se movió de su sitio haciendo que una de las máquinas pitase. Mi abuela gritó y la mandaron callar. Lo colocaron y cuando la giraron otra vez para secarla, volvieron a sacarle el catéter, mi abuela volvió a gritar y de malas maneras volvieron a mandarla callar. Vi cómo las enfermeras de la habitación de al lado pasaban y cojían algo de la mesa, creí que sería un calmante por si la habían hecho daño y para mi sorpresa, la dieron dos puntos de sutura en la carne de alrededor del catéter para que no se moviera, sin anestesia. Mi abuela gritaba como una histérica, y yo, estaba tan colapsada que rompí fuertemente a llorar. Me fuí directamente al grupo de médicos encargado. Cuando llegué la habían puesto una venda, me dijeron que no podían quitarla pero que estaban seguros de que debajo no había puntos. Yo estaba segura de lo que había visto, asi que uno de los dos mentía, y obviamente, no era yo. Le pregunté a mi abuela si le dolía y me dijo que no, -supongo que le administrarían algún calmante- asi que no quise darle más vueltas, por respetarla a ella, por mantenerla tranquila.
Al día siguiente cuando llegué al hospital, lo primero que me dijo fué que le dolía muchísimo la ingle, que le quemaba y que era como si le estuvieran dando latigazos constantemente. Le remangué las sábanas para ver que tenía, y era una especie de venda dura, como ella deliraba en algunos aspectos, no quise hacerla caso.
Semana a semana, parecía que había pequeñas mejorías, el único problema era que los medicamentos que le administraban eran tan fuertes que no decía cosas con coherencia -no siempre, pero mucho más a menudo cada día- llegaba a decir que había visto a personas de su juventud, que en esos momentos ya habían fallecido. Lo único que podíamos hacer era darle la razón y mantenerla tranquila. Parecía que estaba incluso de mejor humor. Poco a poco, le estaban dejando beber agua, a pequeños sorbos y quizá un vaso al día, pero algo era algo.
Un día, cuando llegué al hospital me dijeron que tenía fiebre, y efectivamente cuando entré en la habitación y miré los papeles, ví que había tenido fiebre durante todo el día. Tenía enormes sarpullidos rojos e hinchados por todo el cuerpo, pero imaginé que sería urticaria a consecuencia de la fiebre. Pero cuando levanté las sábanas y llegué a la ingle derecha, ví un moratón -de un color púrpura negruzco horroroso- que la llegaba desde la ingle, todo el muslo, hasta más o menos la rodilla, pasando por la pantorrilla y llegando hasta la nalga. Digamos que prácticamente toda la pierna derecha.. quise llorar, pero si hubiera tenido un escarpelo a mano, hubiera matado a cualquiera de las enfermeras. Pedí explicaciones y no me las dieron, asi que puse una queja a la dirección del hospital dondé dejé caer que sufría malos tratos. La única solución que me dieron fué, "trombocid" y "paciencia". El trombocid te lo metes por donde te quepa y la paciencia para tu puta madre.
La urticaria no era por la fiebre, dijeron que le habían dado alergia las sábanas de color, asi que se las cambiaron por las blancas, le dieron un tratamiento y se le quitó.
Una semana después, salió de la UCI.
La trasladaron a una planta en la que la ofrecían menos cuidados, por una parte, eso significaba que estaba mejor. Le dieron de comer, y el horario de visitas era en periodos más largos. El problema era que teníamos que entrar con guantes, pantuflas, mascarillas, gorros y batas porque podíamos contagiarla cualquier cosa del exterior.
Poco a poco fué caminando, pequeños paseos cada día e iba recuperando el color y las fuerzas.
-Enero de 2013.
Llegó el día uno de Enero y teníamos que cojer el tren. Por un lado estaba emocionada porque vería a mis suegros de una vez por todas, pasaría unos días tranquila y sería bueno para Paquito y Yanira. Por otro lado sentía remordimientos porque no la vería durante cuatro días.
Llamaba todos los días al hospital para saber cómo evolucionaba, en una ocasión hablé con ella por teléfono. Las vacaciones se hicieron muy cortas, como era de esperar, pero estaba deseando volver.
El día 6 de Enero le dieron el alta y la trasladaron a casa en una ambulancia.
Le hacía la comida, le cambiaba los pañales, me ocupaba de sus pastillas.. era a efectos prácticos, mi hija. Las noches eran horrorosas, se tiraba del sofá al suelo y Paquito y yo teníamos que levantarla a las tantas de la madrugada, nos despertaba cada diez minutos gritando, Yanira no podía dormir por los gritos, y eso, para un bebé de tres meses no era nada bueno. Me pasaba 24 horas recluída en casa, no salía ni para comprar el pan, tenía que estar cuidando de ambas mientras mi abuela trabajaba.
Una noche, me dió un ataque de ansiedad. Mi abuela nos llamaba -como he dicho antes- cada diez minutos diciendo que había unos niños pequeños en el salón que no la dejaban dormir. Yanira no paraba de llorar porque no podía conciliar el sueño y Paquito al día siguiente trabajaba. Mi familia estaba pensando en meterla en una residencia, pero yo no quería, me era imposible abandonarla allí, sin nadie que la hiciera compañía durante el día y la velara por las noches. Recé para que se comportase. Si llegaba a oídos de las asistentes sociales que una niña menor de edad cuidaba de su abuela vegetal y su hija y era independiente económicamente, podrían incluso quitarme a Yanira, mi vida se había convertido en un caos en apenas semanas.
Esa noche, le rogué que no nos despertara más y que durmiese tranquila, su respuesta:
-Ainhoa por favor no me abandones, no me dejes sola. Tú eres la única persona que me queda, la única persona que me quiere de verdad. Qué te pasa? Es que ya no me quieres? Quiéreme por favor, te necesito, quiéreme..
Se me partió el alma. No podía dejarla sola, asi que desde ese día, dormía con ella cada noche.
El día 17 de Enero le tocaba revisión en el hospital. La desperté por la mañana, la duché, la dí el desayuno, las pastillas, la vestí, la peiné y la eché su colonia. Cuando estaba lista, la monté en su silla de ruedas y llamé a mi hermana. Pedimos un taxi para minusválidos y ella y mi tío la llevaron al hospital mientras yo me quedaba en casa haciendo la comida para cuando llegase. Se portó extrañamente bien, sin una queja, antes de salir por la puerta me sonrió, me dió un beso y me dijo que me quería, me dió las gracias y la ví marchar. Me quedé con una sensación agridulce en los labios.
A las dos o tres horas, mientras me ocupaba de limpiar sus sábanas, lavar su ropa y prepararlo todo para cuando llegase, mi hermana me llamó al móvil, me dijo que los médicos habían dicho que estaba muy grave, y que la iban a meter en una sala aparte para que pudiéramos despedirnos.
-Vístete y ven en cuánto puedas, quieren hablar contigo.
Todo mi mundo se vino abajo. Cojí el autobús con lágrimas recorriendo mis mejillas, la gente me miraba pero no importaba lo más mínimo. Llamé a mi madre de camino al hospital y prometió estar allí lo antes posible.
Cuando llegué los médicos estaban en una habitación aparte, me pidieron que pasara y me sentase.
-Ainhoa, tu abuela está muy grave, es inútil hacer cualquier cosa que pueda alargar más el sufrimiento, lo más inteligente sería inducirle un coma, ponerle un calmante para que no sintiese dolor y dejar que su cuerpo actúe por ella. No sabemos cuánto tiempo le queda, quizá horas, días, semanas o incluso meses. Pero si sigue conectada a esas máquinas, la angustía se prolongará de una manera estúpida, porque ha llegado su hora.
-Pues si ha llegado su hora, no entiendo que hacemos aquí. Hagan lo que tengan que hacer, yo quiero lo mejor para ella, no quiero máquinas ni tratamientos artificiales, quiero que si tiene que morir, lo haga de una manera indolora, que no se entere porque sé que tiene miedo, y que pase lo que tenga que pasar..
Le pusieron un calmante. Bajé a la capilla y pedí que un cura subiera a darle la extremaunción -una pequeña misa para purificar el alma antes de morir- sabía que ella de ser consciente lo hubiera querido. Y desde ese momento, agarré su mano y no pude separarme. Le dije todo lo que guardaba dentro, cuando me despedí oficialmente, la máquina que nos informaba de sus latidos, iba más rápido.. los médicos me decían que posiblemente me estuviera escuchando, y sé que lo hacía. En una ocasión me apretó la mano, y en ese momento supe, que su amor hacia mí era tan extremo, tan grande.. que incluso en la hora de su muerte, sus pensamientos estaban conmigo.
Le pedí por favor que si tenía que irse no lo hiciera delante mío, sabía que eso no era posible, que ella no podía decidirlo, no podía esperar.. pero le rogué al destino o a lo que sea que planifique esas cosas, que esperase a que yo no estuviera. Esa noche me fuí a casa a dormir, pero no pude.
A la mañana siguiente cuando llegué al hospital con mi madre y mi hermana, notamos que su respiración era mucho más lenta y tranquila que el día anterior, eso no auguraba nada bueno, pero al menos, tuve la satisfacción de saber que estaba tranquila.. Sobre las tres del mediodía mi madre me pidió que saliera con ella a fumarme un cigarro, me lo tuvo que repetir varias veces porque estaba apoyada en la barriga de mi abuela, hablándola, pidiéndola que hiciera algo por vivir, o al menos, por morir tranquila, que me escuchase sea donde sea que estuviera, que no me abandonase, que me vigilase.. le pedí tantas cosas que no recuerdo todas. 
Al final, salí con mi madre a fumarme un cigarro y a las tres y media del mediodía, cuando me quedaba todavía medio cigarro, mi hermana me habló por whats app y me dijo que fuéramos a la habitación, que había fallecido.
Aunque parezca raro decirlo, me sentí aliviada. Supe que esa era la muerte que ella deseaba, estaba tranquila, no había dolor.. si había llegado su hora, no podía ser de mejor manera. Y gracias al destino, a ella o a lo que fuere, yo no había estado presente en el último suspiro. 
Alguien llamó al resto de familiares, la enfermera le puso unos parches para oírle el corazón, en cuánto salió de la habitación entre y me tumbé al lado de ella en la cama, la corté un mechón de pelo con un escarpelo y me lo guardé en la chaqueta. Mi madre llamó a Paquito y dejaron a Yanira con su jefa. 
Tengo un lapso de más o menos dos horas, pero según lo que Paquito me ha contado, estuve tumbada en la cama con mi abuela, con mi cabeza apoyada en su pecho y mis manos alrededor de su barriga durante esas dos horas. Recuerdo que le quise quitar todos los parches, quería que estuviera perfecta, que no hubiera nada ahí que manchara su imagen.
Hablamos con los encargados de la funeraria, yo quise la velada con la caja destapada, asi que tuvimos que contratar a un tanatopractor para que la maquillase.
Pasamos las siguientes 24 horas en un tanatorio de Madrid, separadas por un cristal, ella dentro de un refrigerador con el ataúd destapado y yo sentada en un sillón mirándola durante esas horas. Paquito no se separó de mi lado ni un solo segundo, fué mi apoyo físico y moral durante todo ese tiempo, es a la persona a quién más le agradezco, en cualquier cosa que le necesité, estuvo ahí. Se derrumbó conmigo, lloró hasta la saciedad, pero cuando le necesité fuerte, hizo de tripas corazón y estuvo fuerte. En esas 24 horas me demostró que es la persona con quién quiero compartir mi vida, que estamos hechos el uno para el otro, que él es todo lo que a mí me falta, me demostró con creces que me quería, y gracias a ese acto, a esas horas, nunca dudaré de lo que siente por mí.
El día de la última misa, nos dejaron meter dentro de la caja lo que quisiéramos. La hice una carta agradeciéndola todo lo que hizo por mí, me faltaron muchas cosas, pero sobraban las palabras. Le metí al lado de la cara una foto mía con ella, una foto de Yanira y Paquito y una foto de los cuatro juntos. Asi que, cuando le encineraron, lo hicieron con las fotos.
Cuando entré en el refrigerador, no nos permitieron estar más de cinco minutos, pero fueron los peores de mi vida, la abracé, la besé, pero estaba tan fría, tan dura.. hacía brisa.. y quise quitarme la ropa ahí en medio y abrazarla con ella, calentarla, devolverla su color natural.. quise despertarla e irnos a casa. Nunca pensé que me despediría de ella tan pronto, en el mejor momento de mi vida, cuando podíamos disfrutar de Yanira.
Me dieron la opción de entrar al crematorio, y quise hacerlo. Quería estar con ella hasta el último momento, que no tuviera miedo porque era el paso a la eternidad, la última prueba que tenía que superar. Y ahora, como la prometí en mi carta, el día en que me muera, la buscaré si es que existe el más allá, y me reuniré con ella. Y viviremos todo aquello que no nos dió tiempo a vivir.

Cuando volví a casa, destrozada.. me puse a recoger todas sus cosas, y debajo de uno de los cajones de su ropa, encontré mi regalo de mis 18 cumpleaños, no puedo decir qué es, es algo que guardamos entre ella y yo, algo material pero muy especial. Llevaba pidiéndoselo muchísimo tiempo, y aunque no tuvo la oportunidad de dármelo, me hizo la misma ilusión. Gracias, por todo en general.

Por última vez quiero darle las gracias a mi maravilloso novio, no sé que hubiera hecho sin él. A mi hija, que fué mi vía de escape en eso momentos, que fué el pilar más grandioso que pudiera existir, tiene una cadena de oro que le regaló su bisabuela, guardada para cuando sea más mayor, es posible que no se acuerde ella, pero sé que mi abuela vela sus días, y sobretodo, vela los míos.
Le quiero dar las gracias a mi madre, que como siempre, es fuerte cuando lo necesito. A todas las personas que estuvieron ahí, sobretodo a Félix, que hizo de chófer en muchas ocasiones, eres el mejor amigo que cualquier persona pueda tener, pero no solo quiero darte las gracias por esto, sino por cuidar a mi madre como lo haces, espero que vuestra amistad perdure muchos años, os merecéis personas así en vuestras vidas.
Quiero dar las gracias también a todos aquellos que en esos meses opinaron sobre mi abuela, a todos los que me criticaron y me dijeron que la cuidaba por el dinero. Sí, aunque parezca subrealista os doy las gracias, porque gracias a vosotros he podido ver, cómo tantas y tantas veces, que el dinero me importa una real mierda, que para mí lo economico no es importante frente a lo sentimental, y que vosotros, los que tenéis la mente enferme, valéis incluso menos que ese dinero.
Quiero que sepáis que me ha costado mucho escribir esta entrada, que tengo las emociones a flor de piel, que hace relativamente poco que murió, y que no hay día que no llore por ella. Sé que pasará, y que como todo, lo terminaré recordando con sonrisas, por ahora, solo hay hueco para lágrimas.. y hoy más que nunca. Por primera vez en muchos meses abro las puertas de mi corazón  de par en par, ahora me muestro vulnerable y no me gusta, sé que los que leéis esto tenéis buenas intenciones, pero hay gente que solo quiere hacer daño, y haciendo referencias a este tema, pueden hacerlo y mucho, asi que espero que nunca jamás se os ocurra mancillar la memoria de mi abuela, eso sería un golpe bajo, y mucho más bajo caeríais vosotros.
Espero que os haya gustado, aunque no voy a dar más detalles sobre esto, no he querido contarlo todo, hay cosas que me guardo para mí. Pero espero que al menos comprendáis porqué ha sido tan difícil sacar a Yanira adelante, no es que tenga una mala edad, es que vino en un mal momento. Y precisamente gracias a ellas y a otras pocas personas, salí adelante, o al menos, a día de hoy, lo intento.

En especial, te quiero dar las gracias a tí, por acunarme cuando quise dormir, por abrigarme cuando tuve frío, por regañarme cuando hice algo mal y darme caprichos cuando traje buenas notas. Por sacarme de la oscuridad y llenar mi vida de luz. Por ser mi ángel de la guarda en los peores momentos, y apoyarme, como sé que lo haces, en todos los buenos.
Una parte de mí, murió contigo.

 







Sois geníales, pero mis emociones no me permiten seguir, asi que espero que os guste y un beso enorme para todos.

Ainhoa.  
 

domingo, 16 de junio de 2013

Yanira: Sus primeros meses de vida.

Las ganas de verla se habían convertido en prácticamente una obsesión, y por eso.. cuando la ví, el mundo se me cayó encima, he cuidado de mis sobrinos durante mucho tiempo, les he atendido, bañado, dado biberones, cambiado los pañales, sacado los gases, dormido.. todo tipo de cosas, sabía como manejármelas con un bebé.. pero cuando la ví tan pequeña, tan frágil, tan incapaz de defenderse del mundo.. al entender y comprender que era mía.. tuve miedo. Qué coño miedo! Tuve pánico, terror.. No sabía cómo actuar, estaba ahí, tumbada en la cama, encima de la manta de winnie the pooh que su padre y yo con tanto gusto la compramos, vestida con el primer pijama que llenó su armario, con esa cara, esas manos, esos ojos.. era la definición de a lo que yo pudiese llamar perfecto, lo era todo. Y desde ese día, desde ese minuto, yo sería la persona encargada de definir su vida, de velar por su seguridad, de pasar por alegrías y penas.. de sufrir y de reír tan intensamente como jamás lo hubiera hecho.. era el amor de mi vida, lo único mío verdadero, y siendo objetiva, aunque todo esto era precioso, como en todo.. había un lado malo.

Nos esperaban muchos días de trabajar duro, muchos desconciertos, muchas peleas entre nosotros, muchos llantos, pañales sucios, mucho menos tiempo para nosotros y todo el tiempo del mundo para ella, las noches sin dormir, quizá nosotros pudiéramos pasar hambre o quedarnos sin tabaco, pero ella no podía estar sin sus cosas, dolores, fatigas, días en los que no tienes ganas de nada, días en los que piensas que todo ha sido un error, muchas cosas por aprender.
Después de sopesarlo todo en solo un segundo, decidí que era el momento de levantar la cabeza y tirar hacia adelante, asi que con todo mi amor la cojí en brazos, la besé, la abracé, lloré sobre sus mejillas, y me unió a ella un vínculo tan fuerte que ni si quiera un tsunamí sería capaz de destruír, solo quería verla, tocarla.. todos mis familiares sobraban en esa habitación, porque solo la escuchaba a ella, sus quejidos, su respiración rápida pero acompasada, sus ojos claros, sus sonrisas en sueños.. era mi lucha, mi guerra personal, la persona por la que sería capaz de vender mi alma, nunca supe lo que era amar en todos los sentidos, hasta que la encontré a ella.

Esa noche pedí a Paquito que se fuera a casa, a mí aún no se me había pasado el efecto de la epidural, pero me manejaba bien con Yanira, como siempre, él es un cabezota por naturaleza, asi que no me hizo caso y se quedó conmigo. Me trajeron de cenar una dieta "blanda" que se basó en un caldo de pollo sin sal, una gelatina de agua con azúcar y un zumo de melocotón.. asi que Ainhoa durmió con el estómago vacío.
Yanira no quería estar en la minicuna del hospital, no paraba de llorar.. le dí de comer, le cambié los pañales.. pero no conseguí nada, asi que pese a que los médicos y enfermeras me aconsejaron lo contrario, durmió conmigo en la cama del hospital.. Se despertó a las cuatro de la madrugada, comió, le cambié los pañales y volvió a dormir hasta las seis y media. A las seis y media, dos celadoras aparecieron por la puerta de mi habitación:
-Hola Ainhoa, qué tal has pasado la noche? Uy tienes a la pequeña en la cuna! Eso está fatal eh! La estás acostumbrando mal desde el principio..
-Bah no te preocupes, cuando lleguemos a casa dormirá en su cuna -En ningún momento me levanté de la cama- Por lo demás, he pasado buena noche..
-Perfecto chica, te toca levantarte de la cama y ducharte, que vamos a cambiar las sábanas  
A todo esto, una sonrisa en la boca de las celadoras, a diferencia de mi cara que era un poema..
-Pero, qué hora es? No podéis hacer las camas un poco más tarde? Yo creo que no voy a poder levantarme eh, me va a doler la herida muchísimo..
-Por supuesto que te va a doler, pero tienes que hacerlo, todas tienen que hacerlo.. vamos!
Y entre las dos celadoras me agarraron de los brazos. Les dije que prefería hacerlo sola, asi que apoyé los brazos en la camilla y con todo el miedo del mundo, me puse de pie..
-Qué?, Ha sido para tanto?
Y la verdad es que no fué para nada doloroso, quizá un poco molesto porque llevaba muchos cables, pero no me dolía nada, de hecho me sentía bien y ligera.. todo lo contrario a lo que había leído en internet, decían que las recuperaciones de cesárea eran muy complicadas. 
Me quitaron la vía y me duché, cuando salí de la ducha, un médico quería hablar conmigo:
-Buenos días Ainhoa, nos hemos llevado a Yanira a que le hagan las pruebas del talón, pero tenemos algo que decirle.. Hemos detectado un soplo en su corazón -Podía notar como la sangre pasaba a través de mis venas, que se quedaron heladas- Quizá no sea nada y todo se quede en el hospital, pero en los días que estarás aquí, la llevaremos un seguimiento diario.. por lo demás, está todo perfecto, aunque hay una cosa que me gustaría comentarte.. ha nacido muy bien de peso y estatura, pero en las últimas doce horas ha perdido bastante más peso del generalmente usual, esto no tiene nada que ver con lo que coma, sino con cómo se nutra, vamos a darla un suplemento a parte del pecho, y veremos como evoluciona.. por su propia seguridad, si no consigue mantener el peso, aunque tú vuelvas a casa, Yanira deberá quedarse aquí unos días. No te preocupes por eso, estará excelentemente cuidada.
-Bien doctor, muchas gracias.

No sabía qué decir, no había nada en el mundo que se me pasara por la cabeza, solo se asomaban las palabras del médico y los bellos ojos de mi hija dentro de una incubadora.. no quería irme a casa sin ella. Me eché las culpas, creí que no la estaba dando bien de comer, no sabía cómo solucionar su soplo de corazón, y quise pensar que como había dicho el médico, todo se quedaría en el hospital, pero no paraba de rondarme la cabeza.
En ese momento me dí cuenta de que ningún niño en todo el mundo se merecía pasar por ninguna enfermedad, ninguna, sin excepciones. Imaginaba cómo se deberían sentir las madres a las que a sus hijos les afecten enfermedades verdaderamente graves, la angustia, el dolor de saber que no hay nada que puedas hacer.. la vida es injusta, pero es real, es un hecho, y tenía que afrontarlo.
Me esforcé al máximo en darla de comer cada tres horas, mi despertador sonaba incluso de madrugada, las enfermeras se quedaban impresionadas de cómo iba evolucionando mi cesárea, al segundo día mis grapas estaban totalmente secas y decidieron quitarme las vendas que la protegían, la recuperación había sido un éxito, podía andar perfectamente, incluso me subía a la última planta del hospital para poder fumar una vez al día. Comía hamburguesas y me pasaba las dietas del médico por el forro, y estoy totalmente segura de que eso ayudó a mi recuperación, un pollo sin sal reseco, seguramente hubiera hecho que no tuviera ganas ni de morirme..
Pese a mis esfuerzos, la niña no cojía peso, y el último día estaba casi segura de que me iba a casa sin Yanira. A las 12:08 me dieron el alta a mí. A las 12:19 le dieron el alta a Yanira. Cuando fuímos a hacerla las últimas pruebas rutinarias para  ver si le daban el alta o no, la pesaron y había engordado exactamente los gramos que le faltaban, me llevaba a casa a una preciosa niña con 3 kilos 920 gramos y 49 cm. No tenía ningún soplo, había sido una falsa alarma y estaba completamente sana. Fué el día en que me quité de encima el peso más grande de mi vida.

En casa todo fué mucho más fácil, establecimos una rutina y ella lo aceptaba a la perfección. Por las noches apenas se despertaba, pero la costaba mucho conciliar el sueño por los gases. Un día en la farmacia me recomendaron "Colymil", era caro, unos 18 euros a la semana, pero fué lo único que la alivió los gases.
Había noches en las que me acostaba mareada, no podía más.. llevar una casa, mi recuperación, a mi abuela, a mi hija.. controlar las cosas de Paquito, comprar todo lo necesario.. adaptarme a ella y ella a mí.. no fué nada fácil, lloré mucho, me sentí impotente, una mierda, sentí que no valía para nada, que había sido un error tenerla, que había jodido mi vida, me veía gorda, obesa, horrorosa.. pero cuando me despertaba por las mañanas y ella sonreía al verme, todo eso no importaba, solo contaba que había sobrevivido un día más, que ella estaba bien, y que día tras día iba creciendo perfecta sin que nadie nos sacara adelente.
Paquito era un padre ejemplo, se hacía con ella a la perfección, hacía lo que hiciera falta, traía dinero a casa y no carecíamos de nada..pero había un problema, él no se podía hacer cargo como le gustaría porque Yanira vivía enganchada a mi teta como una lapa. Todo el día quería comer, da igual donde estuviéramos.. yo no podía más, los pezones me sangraban, tenía grietas.. tenía tanta leche que no podía bajar los brazos, asi que fuí al médico, me dijo que al tener tantísima leche, la pequeña no podía succionar bien y se quedaba con hambre, y en ese mismo instante, decidí abandonar el pecho y usar leche de fórmula.
Noté muchísimo el cambio, dormía mejor, estaba más gordita, yo podía descansar más.. no lo dudé ni un solo instante.
Mi abuela tuvo que hacerse cargo de Yanira muchos días, éramos incapaces de dormirla.. nos ayudó muchísimo, mi madre tenía que venir todos los días un rato para que a mí me diera tiempo a ducharme, a planchar, a poner lavadoras.. lo básico. Fué dificilísimo alejarme por completo de mis amistades y dedicarme al ciento por ciento a Yanira, pero amaba a mi hija, la relación con Paquito era mejor que nunca, habíamos hecho lo correcto, y lo sabíamos.
Por supuesto pasamos por momentos económicos difíciles, muchos días sin fumar, sin poder comprar todo lo que nos gustaría, renunciar a nuestra ropa o a salir juntos a cenar, pero mi hija tenía buenos pañales, buenas cremas, toallitas.. tenía todo lo que necesitaba, y desde el primer día, hasta hoy, nunca le ha faltado nada.

En resumen, fueron tiempos buenos y malos, ser madre no era fácil, sobretodo por la carga psicológica que conlleva tener a una persona que depende de lo que tú hagas las 24 horas del día, te comes la cabeza cuando cruzas con semáforo en rojo, cuando sales a la calle, cuando montas en coche o moto.. todos los peligros que antes parecían insignificantes, en ese momento eran todo un desafío, asi que desde el primer mes, decidimos abrir una cuenta en la que ingresaríamos dinero mensualmente, para tener ahorros, así, si algún día nos pasara algo o en algo momento lo necesitara, Yanira dispondría de ese dinero para hacer con él lo que le pareciese conveniente.
Mis familiares adoraban a Yanira, estaban locos con ella.. y eso me encantaba, no veía rechazo en sus ojos, y para mí era muy importante no haberles defraudado tanto como yo creía.
Lo único malo era que estábamos a 750 kilómetros de distancia de su otra familia, es lo malo de la distancia.. mientras que unos disfrutan de ella, otros pasan tiempo sin verla. Asi que nos pusimos de acuerdo y Paquito gestionó sus vacaciones para Nochevieja. Pasaríamos esas fiestas en El Puerto de Santa María con su familia, y teníamos que empezar a planearlo todo..
Pero los planes se truncaron, cuando nos dimos cuenta de que la peor racha de nuestras vidas, estaba a punto de comenzar.

Lo primero, y como siempre, muchísimas gracias por seguir siguiendo mis pasos, y apoyándome en las redes sociales, el otro día prometí que pondría fotos de las cositas que la compré, y lo prometido es deuda, más adelante os pondré más, por ahora tengo éstas fotos para enseñaros:
-El balancín rosa:

-La cuna de madera y su habitación:





-Éste es el link, de la página donde compré el carro, y por supuesto, la foto del carro. Un día le haré una foto al carro entero para que lo veáis, pero como no la tengo, os pongo la página por si os gusta y queréis comprar el mismo o uno parecido (hay carros preciosos, bien de precio y con buena calidad):


-Y éste es el link de la mini cuna que le compré en Prenatal. A mí me salió un poco más barata, no os puedo decir el por qué, quizá éstas sean más modernas o de mejor material, pero vamos, que la que yo pedí es la misma, pero en lugar de esos colores tan feos, la mía es lila y blanca, tengo fotos en ask, ya subiré aquí cuando esté en Madrid, aunque como con el carro, os dejo el link.
http://www.prenatal.es/shop/Descanso-Minicunas/BABYCLIC-Minicuna-Babyclic-marr%C3%B3n-000000000000454633.htm?id=000000000000454633&showSim=true&startValue=13&rangeValue=4&prevVisit= 

Esto es todo por hoy, espero que os haya gustado.
Muchos besos enormes de mi parte, y por fin, besos de Yanira, un poco menos babosos pero ahora con dos dientes :)
Soís geniales. 
  





sábado, 8 de junio de 2013

8 de Octubre de 2012, el mejor día de toda mi vida.

Viernes, 5 de Octubre de 2012: La matrona y el grupo de médicos se apiadan de mí.

 La visita de las 40 semanas fué un verdadero caos. Tuve que explicar a doscientos médicos que me encontraba mal, que había engordado mucho, que no podía soportar el peso, que apenas descansaba de noche, que pese a que todos decían que el embarazo era precioso, entre las molestias, las dudas y las ganas de tenerla en mis brazos, el mío estaba siendo una real mierda.
Al final, después de hacerme una ecografía y dar por perdido que se diera la vuelta y se encajara en dos semanas, decidieron no hacerme esperar más, me programaron una cesárea de "urgencia" para el día 8 de Octubre, y aunque lo agradecí en el alma, aún me quedaba todo un fin de semana de visitas a médicos, dudas, incertidumbre y supe, pese a no haberlo pasado, que sería el fin de semana más largo de mi existencia.
Ese viernes concluyó con una buena cena, después de salir de la visita a la matrona fuímos directamente a casa, llamamos a nuestros familiares, encargamos los billetes para los padres de Paquito y llegarían a Madrid el Domingo por la mañana. Mi familia estaba histérica, mi abuela me tocó tanto la barriga durante esa noche que creí que acabaría con urticaria. Estaba destrozada, cansada, agotada, abatida y cualquier término parecido que se os ocurra, pero sabía que pronto la tendría entre mis brazos, y eso, me consolaba un poco. Esa noche dormí.. digamos que "algo". Yanira estuvo de fiesta :) clavaba sus codos en mis costillas como si fuera lo último que hiciera, asi que desafortunadamente, no fué una buena noche para mí. Paquito llegó de trabajar a las tres de la madrugada y durmió más bien poco, el pobre se pasó la mitad de la noche oyéndome decir palabras para nada bonitas, asi que lo único que sabía hacer era: levantarse, cojer el bote de crema y hacerme masajes, adormilarse, oírme, levantarse, cojer el bote de crema y hacerme masajes, adormilarse, oírme... y así, durante prácticamente toda la noche. Pero lo peor de todo no era eso, lo peor de todo era que al día siguiente entraba a trabajar a las ocho de la mañana.

 Sábado, 6 de Octubre de 2012: Feliz cumpleaños, mi última fiesta como pre-mamá.
Cuando me levanté de la cama, estaba emocionadísima, si no hubiera sido por la fiesta que me esperaba, hubiera estado como una muerta tirada en la cama, he de decirlo.. Asi que saqué fuerzas de donde no las tenía y me puse a hacer la tarta de cumpleaños como había prometido. Era el cumpleaños de mi sobrina, como todos los años, lo celebramos en casa de mi hermana, asi que ese año no fué diferente. Hice la tarta de cumpleaños con todo el amor del mundo, y gracias a mi paciencia y a los ánimos de Paquito por whats app, y mi abuela, me salió riquísima. 
La fiesta duró toda la tarde, ayudé a mi hermana con los preparativos.. hice las bolsas de chucherías, rellené las piñatas, hice ensaladilla rusa, patatas ali-oli, sandwiches, compramos snacks.. un poco de todo. Preparamos la mesa, inflamos globos, pusimos adornos por toda la casa, y como en ninguna fiesta puede faltar.. música. Como era un año especial, ya que iba a ser madre y se iban a acabar las fiestas para mí, mi hermana me permitió poner la música, asi que sonó reggaeton durante toda la tarde. 
Paquito llegó del trabajo sobre las seis de la tarde, pero en tres horas volvía a entrar.
Lo pasamos bien, tranquilos.. me bebí medio vasito de sangría fresquita, comimos, cantamos, jugamos.. bailé como loca con Paquito. Le dimos sus regalos, rompimos la piñata y la gente se fué despidiendo. Acompañé a mi abuela a casa y volví a casa de mi hermana, la ayudé a limpiar todo y esperé a Paquito, llegó sobre las tres de la madrugada, como siempre, y esa noche nos quedaríamos allí a dormir para recojer a mis suegros y a mi cuñado al día siguiente en la estación. Estaba emocionadísima, pero fué una noche especial.. no sé si lo causó la sangría, la tarta, el reggaeton, o Dios si es que existe.. pero Yanira me permitió dormir casi toda la noche. Y se lo agradecí en el alma. Y Paquito más, recordemos que al día siguiente, como todos los días, entraba a trabajar a las ocho de la mañana.
(Aquí os dejo una foto de la tarta para que veáis que no miento eee, me salió estupenda jaja)

Domingo, 7 de Octubre de 2012: Por fin veo a mis suegros y a mi cuñado.
Nos levantamos a las nueve de la mañana, nos duchamos, nos vestimos, desayunamos en un bar y mi hermana y yo fuímos a recojer a mi suegro. Entre mensaje y mensaje de whats app de Paquito cagándose en todo por tener que estar trabajando mientras yo iba a recojer a sus padres, me fumé unos cigarros, sabía que serían los últimos, al día siguiente ingresaría en el hospital y se acabarían esos lujos al menos por una semana, asi que me lo tomé como un break.
Cuando llegamos a Atocha a las doce, les dimos un susto terrible, al final solo pudieron venir mi suegra y mi cuñado porque mi suegro trabajaba, pero vendría en un par de días. Fuímos a casa, comimos todos juntos, me dieron montones y montones de regalos, muchísima ropa, juguetes.. se habían traído media casa a Madrid, pero me encantaba planchar la ropa de mi pequeña y guardarla en sus armarios, al día siguiente la vería y no había marcha atrás.
Preparamos la bolsa para el  hospital, la repasé de arriba a abajo unas veinte veces, estaba desesperada. Dimos una vuelta para que conocieran un poco el centro de Madrid, asi que al final, a las seis de la tarde, fuímos a recojer a Paquito a su trabajo en Gran Vía. Sé que se alegraba de ver a su madre y a su hermano, aunque él no es demasiado expresivo con ellos, se le nota en la mirada que los adora.. 
Pasamos la tarde tomando algo por el centro con mi familia y la suya. 
Por la noche fuí a casa, me duché y me acosté. No pude comer ni beber nada desde las doce de la noche, asi que se hizo bastante pesado..A las tres de la mañana llegó Paquito, besó mi barriga y se intentó dormir, pero como no pudo, se quedó jugando a la Play Station. A las 7 teníamos que estar en el hospital, me iban a provocar la cesárea en unas horas..
 
  

Lunes, 8 de Octubre de 2012: Mi parto.
A las seis de la mañana, mi madre, mi hermana y mi suegra me esperaban en el portal con el coche en marcha. Paquito y yo, ya llevábamos despiertos un buen rato, no podíamos parar de mirarnos, era como si quisiéramos decirnos millones de cosas pero ninguno de los dos se atreviese. Mi abuela me preparó el desayuno, con toda su buena intención.. pero podéis imaginaros mi cara de: SDAHSIUA???? cuando lo vi. NO PUEDO COMER NI BEBER ABUELA POR DIOS, ENCIMA TIÉNTAME MÁS! Quise matarla, pero sé que lo hizo con todo su amor, no quería fastidiarme.. asi que, para qué tirarlo? se lo comió ella! Me dió la enhorabuena, me regaló una cadena de oro con una chapita de la Virgen Niña y me deseó suerte, con la promesa de que por la mañana cuando la avisaran de que ya estaba en planta, iría a vernos.
Paquito cojió mi bolsa para el hospital con ropa limpia, compresas.. lo básico. Y la bolsa con todas las cosas de la pequeña. 
Me fumé un cigarro antes de entrar al hospital, y sería el último.
Cuando entré, entregué los papeles en recepción y en seguida me llamaron para entrar a la sala de revisiones, quise que me acompañase mi madre, pero no la dejaron, tenía que estar sola. Me hicieron una ecografía superficial, midieron mi dilatación con una especie de regla (doloroso y molesto, lo peor..), me hicieron una ecografía vaginal, me pusieron monitores, la escucharon y al final me tomaron la tensión, y me cojieron una vía. He de decir que soy la tía más cagada del universo, asi que como no, la lié parda hasta que me pusieron la vía, en plan:
-Ay! No, no.. por favor, espera.. que me vas a hacer daño. Prométeme que no me vas a hacer daño.. Ay, espera, espera.. espera que respiro, ay dios mio, que duele, duele.. duele? me va a doler? no me hagas daño, por favor..
-A ver cariño, mira un momento aquí que te quiero oscultar.
-Aaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhh!!! 
Se me habían saltado un par de lágrimas y al descuido, me cojió la vía. Pero claro, a la pobre muchacha, no la dejé más opciones.. o me mentía, o nos tirábamos así hasta el Jueves.
Me llevaron en silla de ruedas a la habitación donde tendría que esperar al anestesista y a que me dieran la orden de bajar a quirófanos. Cuando mi madre me vió la cara, supo que me habían pinchado.. no se la escapa una. Paquito estaba muy asustado, pero me cojió la mano y subió conmigo en el ascensor para personal hasta la habitación, a pesar de que los médicos no querían..
Ya en la habitación conocí a una chica (de mi edad o un poco menos..) que estaba embarazada de gemelas, solo estaba de cinco meses pero ya tenía contracciones, asi que llevaba en el hospital desde los dos meses para intentar evitar que diera a luz. Lo estaba pasando fatal, asi que viendo su caso, me tranquilice un poco.
A la media hora más o menos de estar instalada en la habitación, vino una enfermera, comprobó que estaba depilada y me puso una lavativa para que defecase y me quedase con el estómago vacío. Ahora bien:
-Ainhoa, debes aguantar todo lo que puedas con la lavativa puesta, en el momento en que vayas al baño lo expulsarás todo de igual manera, pero si aguantas más, será mucho mejor.. los médicos prefieren los estómagos brillantes porque bla bla bla bla bla bla bla 
Quince minutos después:
-Bla bla bla bla bla...
Y a todo esto, siendo claros y sinceros, Ainhoa apretando el culo para no cagarse encima..
Al fin se fué y corrí al baño. Dentro de él, me reía yo misma de mis propias ocurrencias, había visto la cuchilla que traía para depilarme en caso de que no estuviese, y mientras me daba la charla para que aguantase el máximo tiempo posible, veía su garganta e imaginaba cómo podría clavarle la cuchilla, degollarla, hacerla pedazos y tirarla por el retrete.. Obviamente, no valgo para eso, asi que esperé forzando la más preciosa de mis sonrisas.
A las 10:45 de la mañana, seguíamos en la sala de espera. Mi madre, mi hermana y Paquito estaban hambrientos y deseando fumar, asi que les dije que bajaran a desayunar al bar y se fumaran un cigarro. Pero debían subir rápido por si me bajaban al quirófano, mi suegra insistió en quedarse conmigo, asi que así fué.
Hablando de todo un poco, entró una doctora con bata blanca en la habitación, me preguntó que si estaba preparada, me puso un gorro y unas pantuflas y me tumbaron  en la camilla móvil, me llevaban al quirófano..
No podía (o no quería) soltar la mano de mi suegra, estaba súper aterrada.. pero tuve que hacerlo, me prometió que avisaría a Paquito, era a la única persona a quién quería ver, y a pesar de que estaba nervioso y asustado, no se separó de mí ni un solo segundo.
Me metieron en el quirófano y me pasaron a otra camilla, había diez médicos, todo hombres.. entre ellos cuatro chicos en prácticas solo unos años mayores que yo, uno de ellos, estuvo conmigo en todo momento, recuerdo que se llamaba Carlos. El quirófano no era como me lo esperaba, estaba totalmente blanco, y apenas había una camilla en el centro y varias mesitas de metal en ambos lados, unos focos enormes en el techo y todo tipo de utensilios. Todos los médicos me hablaban a la vez y me sentía muy abrumada, cuando vieron que mis ojos se estaban empañando, empezaron a tranquilizarme.
Primero me pusieron la epidural, a diferencia de lo que había leído, no me dolió absolutamente nada. Sentí un hormigueo extraño y al momento se me durmieron las piernas, sin embargo el torso, lo sentía perfectamente, o eso creía. Me pasaron a la mesa del quirófano, me pusieron una mascarilla, me desnudaron y me pasaron un biombo delante de la cara para que no pudiese ver la intervención, hasta que de nuevo, apareció Carlos.
-Hola Ainhoa, yo me llamo Carlos. Este es mi último año y estoy en prácticas, solo voy a mirar, no voy a intervenir en nada, simplemente estoy aquí para infundirte ánimos. Te diré un secreto: si quieres ver como extraen a tu hija, mira al techo.
Y me guiñó un ojo. Al principio pensé que se estaba riendo de mí, asi que obvie por completo el comentario. Tenía otras cosas en qué pensar porque uno de los cirujanos (eran dos) me estaba hablando:
-Ainhoa, ahora me dirás si sientes algo.
Y me pellizcó la zona baja del vientre.
-Sí, noto que me estás tocando.
Me pellizcó más fuerte..
-Lo notas?
-Sí.
-Perfecto, vamos a comenzar con la operación.
Si hubiera tenido algo en el estómago, me hubiera cagado encima, literalmente...
-Peeero.. he dicho que sí que lo siento. Osea que no me ha hecho efecto la epidural, las piernas no las noto para nada, pero la zona de la barriga si que la siento.. no podéis operarme hasta que no me haga efecto del todo, no?
-Bueno, no te preocupes.. te dolerá un poco, porque no ha hecho del todo efecto, pero lo soportarás. Y si te duele tanto, te desmayarás.. asi que no te preocupes y aguanta.
Se me pusó tan mala cara que me subieron el oxígeno.
Comenzaron a hablar entre los cirujanos, oía que decían que estaban cortando piel, grasa, músculo.. y entonces comprendí que me había vacilado. Por supuesto que sentía que me tocaban, pero no sentía nada de dolor.. ese era el verdadero efecto de la epidural. Asi que, haciendo caso al médico en prácticas, miré hacia arriba, y para mi sorpresa, vi toda mi tripa abierta en canal reflejada en los focos que alumbraban la operación.. me entraron tantas ganas de vomitar que tuvieron que parar de rajar. El primer pensamiento que se me pasó por la cabeza fué cojer uno de los escarpelos que estaban usando conmigo y clavárselo en un huevo al puñetero médico en prácticas, pero como con la enfermera, le dediqué una enorme sonrisa.. Putos médicos sabelotodo, estaría más guapo calladito..
Notaba como desgarraban, cortaban, movían.. lo notaba todo, y era muy extraño porque no me dolía absolutamente nada, pero.. no volví a mirar al foco en el resto de la operación.
Llevaban más o menos media hora cuando oí un débil: guaaah. Y supe que Yanira, ya estaba fuera de mí.
Los noté mover, remover, coser, más coser, más coser, vendar, tapar, echar líquidos, mover cables, ponerme una sonda, cambiarme de camilla.. pero estaba como ida, solo pensaba en Yanira, aún no la había visto, asi que imaginé que se la habían llevado para limpiarla. Y efectivamente, me la trajeron a los pocos minutos, anunciándome que era una preciosa niña de 49 centímetros y 3 kilos 290 gramos. Pero.. cuando la quise dar un beso, me la quitaron y se la llevaron.
No entendía nada, me dijeron que debía descansar y que ya tendría tiempo de verla, pero yo no quería descansar, yo quería estar con mi pequeña.. ni si quiera la había podido besar, no había visto hasta el último milímetro de su cara, como me hubiera gustado hacer.. 
Mientras me llevaban a REA con las demás recién intervenidas de cesárea, pasamos por el pasillo donde estaban mi madre, mi suegra, mi hermana y Paquito. Me dijeron que ellos ya la habían visto y que era preciosa, que se la habían llevado a vacunar y ahora se la darían a Paquito para hacer el llamado "Piel con Piel", me besaron, todos lloraban.. y me dijeron que irían a verme en cuánto les dejasen pasar.
Dentro de la REA, había muchas mujeres.. pero ninguna de mi edad. Estaba cansada, pero no podía dormir.. los médicos estuvieron muy atentos conmigo, venían a cambiarme las compresas, a mirar si se me había pasado el efecto de la epidural, a ponerme calmantes, sueros, oxígeno.. a preguntarme qué tal me encontraba y a apretarme la barriga para que expulsase todos los líquidos que me quedaran dentro, y esto, sin duda, fué lo más doloroso de toda la cesárea. 
Después de 7 horas en la REA sin ver a mi hija, estaba empezando a desesperarme.. no tenía nada para leer y estaba cansada de estar en la camilla. A este hecho no ayudaba nada tener a una madre al lado, diciendo:
-Por favor, saquenme de aquí, me duele mucho.. ME DUELEEEEEEEE.. No puedo aguantarlo, necesito ver a mi hija, un calmante por favor, ME DUELEEEEEE..
Y pese a que no me podía mover, me dieron ganas de girarme, subirle la epidural hasta el tope y, o matarla a ella, o morir en el intento. Pero por Dios, que alguien callara a esa mujer..
A la octava hora, cuando vieron que estaba en perfectas condiciones, me halagaron mi paciencia y educación por haber aguantado a la tía petarda de mi lado, por no haberme quejado ni un solo momento y por haber sido tan buena paciente a pesar de mi edad. Bueno, yo lo único que quería, era ver a mi niña.
Y al fin, después de todas esas fatídicas horas, de ese sufrimiento.. de no poder besarla, abrazarla, comérmela a besos.. ahí estaba. Encima de la cama del hospital, con su mantita de Winnie The Pooh, tan pequeña.. con su pijama rosa y blanco que, a pesar de ser talla 0, la quedaba grande.. era mía, mi princesa, mi hija. 
   
Con mi abuela, minutos de vida.
Con mi madre, incluso antes de conocerla yo.
Cuando por fin, yo pude conocerla.
Con su padre, una semana de vida.
 

Como siempre, muchísimas gracias por leer mi blog, por los comentarios en twitter, facebook, tuenti y ask. Os quiero muchísimo y sois el alma de este blog, sin vosotros, no tendría sentido escribirlo.
Os quiero pedir disculpas por haber tardado tanto, pero ya sabéis que no tengo demasiado tiempo, ya me gustaría poder escribir más a menudo.. 
En la próxima entrada os contaré los primeros días de vida de Yanira, no fueron tan fáciles como parecían.
Si os habéis quedado con alguna duda sobre el parto, o se me ha olvidado contar algo o simplemente sentís curiosidad, sabéis que podéis encontrarme en:
ASK: @ainhoa15eterno
Twitter: @ainhoa15eterno
Facebook:  Ainhoa Quince Eterno
Tuenti: Ainhoa Miordita Eslaúnica
O simplemente, dejando un comentario aquí, os responderé en cuánto pueda.
Un beso enorme, enorme, enorme y espero que os haya gustado y entretenido mi forma de contarlo.
Hasta pronto!


PD1: El otro día me pedistéis por comentario aquí, más fotos del embarazo, de la ropita, de la cuna etc. En ask he puesto fotos del armario de Yanira, de la minicuna y de la cuna que tiene ahora, aquí, en el ordenador, solo tengo esta foto que es la primera cuna que la compramos. Ahora ésta no la usamos porque es de viaje y la tenemos aquí en Cádiz para cuando venimos, la suya realmente está en Madrid, pero no os preocupéis que un día haré una entrada enseñandoos fotos de todo tipo.
Bueno, la primera cuna que compramos, fué ésta:
 Un besazo a todos. Soís geniales.

PD2: Otro besazo de Yanira, pero esta vez, muy, muy, muy baboso y con un poco de diente :)





 

domingo, 2 de junio de 2013

40 Semanas de incertidumbre.

Al tomar la decisión de seguir con el embarazo, debíamos ser valientes, y nuestro primer acto de valentía, iba a ser hablar con nuestras familias y amigos. No era algo fácil, puesto que opinarían.. Y eso realmente, es lo más doloroso, saber que hay gente que pese a que te apoya, piensa de otra manera, gente que no hubiera hecho lo mismo que tú, que te regañan, que hablan de tu vida como si fueran ellos quienes la vivieran.. debes hacer oídos sordos, caminar con la cabeza alta aún sabiendo que llevan razón, no perdiendo nunca la amabilidad, el tacto y la humildad, pero siendo firme y no dejando a un lado lo que piensas. Es duro ver cómo no eres lo que tus familiares y amigos hubieran querido que fueras, pensar que los has decepcionado, y por otro lado, sentir que lo que estás haciendo es lo que verdaderamente quieres. No es fácil saber que la gente te mirará por encima del hombro por el simple hecho de ser madre adolescente, que no entiendan que por muy niña que seas, eres madre, has decidido serlo y estás pagando por ello. Que no entiendan que amas a tu hijo por encima de todo, porque puedes amar, tengas la edad que tengas..
Nos tuvimos que replantear muchas cosas, queríamos dar ese paso, hablar sin reparos, explicar a todo el mundo que eso era lo que queríamos, pero no teníamos demasiada fuerza.. asi que la primera persona con la que hablamos fué con mi abuela.
En esos momentos vivíamos con ella, era muy fácil hablar de temas difíciles si ella estaba presente, era tanto el amor que me tenía, que jamás puso pegas a mis decisiones por muy descabelladas que fueran. Ella estaba ahí, sujetándome para que no cayera, como un mástil que sujeta una vela, y estirándome de los pies cuando subía demasiado alto, para que la caída no fuera tan estrepitosa. Ella sabía que estaba cansada de estar abajo, de saber que no podía bajar más. Y estaba cansada de verme tan arriba, que siempre terminaba comiendo techo. Estaba cansada de verme sufrir, y sabía, que esto era lo que yo quería. Y de entre todas las decisiones que pudiera haber tomado, ésta, aunque le doliera, era la mejor.
Su reacción era predecible: estaba ilusionadísima. Y aunque en todo momento me dijo que deberíamos haber esperado, tener un bis-nieto nunca es del todo malo.
Después de hablar con mi abuela pedí cita para el tocólogo, estaba embarazada (por las cuentas del médico) de 3-4 semanas, asi que me dieron cita para la semana 8, teníamos aproximadamente un mes para hablar con nuestras respectivas familias.
Paquito se empeñó a fondo en buscar trabajo, se iba todas las mañanas para entregar currículum en todos los establecimientos que encontraba, no ponía pegas, no importaban los horarios.. solo sabíamos que teníamos que dar de comer a ese bebé. Gracias a Dios, a los pocos días encontró trabajo. Le llamaron del GRUPO VIPS, hizo una entrevista de urgencia puesto que necesitaban cubrir una baja, y entró a los pocos días. Le hicieron fijo un año, era todo lo que necesitábamos.. no cobraba demasiado, pero tenía opción a hacer horas extras con lo que sacarse un dinerito, y así lo hacía. Cada semana cojía todas las horas extra que hubiera y trabajaba los fines de semana como dictaba su contrato, su sueldo base era un poco más de 500 euros, pero con unas cosas y otras, todos los meses llegábamos a los 1000 más o menos.
La siguiente en saber la noticia fué mi suegra. A decir verdad, Paquito fué más lanzado que yo, marcó el número y esperó a que contestaran, sabía que una vez que marcara ya no tendría marcha atrás. 
La reacción de su madre no fué tan mala como habíamos previsto, estaba alucinando, por supuesto, pero ella no quería que tomáramos otro camino, ella quería que lo tuviéramos, nos prestó todo su apoyo y nos oriento lo mejor que pudo. Y por supuesto, se encargó de decírselo a todos los demás familiares de Paquito.
Supongo que por agobio, por intentar hablar con mi familia y no atreverme o por cualquier otra cosa.. los vómitos y las naúseas aparecieron. Supongo que cuando sabes que estás embarazada, achacas cualquier cosa que te ocurra a un síntoma del embarazo. 
Tenía por costumbre tomarme un vasito de Nesquik con leche fría todas las mañanas, de hecho aún lo hago, pero durante el embarazo, fué una de las cosas que tuve que evitar. Me daba naúseas e inmediatamente tenía que ir a vomitar. Ese dato a mi madre no le gustaba nada, ella sabía que yo no tomaba nunca café, por lo tanto era muy raro en mí, pero lo pasaba por alto.. Llegó un punto en que me daba naúseas el olor a café, asi que me pasé a los batidos con vainilla, pero debía intentar por todos los medios no desayunar con mi madre, porque ella siempre tomaba café.. asi que creo, que eso fué lo que hizo que saltara su alarma.
Mi madre y yo siempre hemos tenido una excelente relación, más que mi madre es mi amiga, la contaba (y cuento) todo lo que me pasaba, todo lo que me hacía daño y lo que me hacía feliz. Cuando Aroa y Paola se alejaron de mí, ella estuvo en todo momento, salía conmigo de fiesta, me alegraba los días.. fué mi apoyo físico y moral en toda regla, siempre me he sentido muy unida a mi madre, pero lo que hizo por mí en esos momentos, no lo olvidaré nunca. Asi que cansada de fingir delante de ella, cansada de no poder hablar las cosas, decidí contárselo. Con un punto irónico, para rebajar el enfado:
- Mamá, Paquito y yo tenemos que hablar contigo..
En realidad, solo hablé yo, Paquito fué valiente con sus padres, con los míos no demasiado... 
¡¡¡No me digas que estás embarazada!!!
- Podría ser, de hecho, tengo una noticia buena y una mala. Cuál prefieres primero?
- La buena.
- Estoy embarazada.
- Dios mío si esa es buena, no quiero imaginarme la mala Ainhoa por Dios..
- Son gemelas.. O gemelos, aún no lo podemos saber. De hecho no saben si están en la misma bolsa, quizá sean mellizos, solo me han dicho que se escuchan dos corazones.
Cuando ví la cara de mi madre, cambiaba de tonalidad por momentos, pasó del verde oscuro al verde pistacho, al amarillo, del amarillo al blanco.. y supe que como no acabara ya con la ironía, se iba a desmayar.
-Mamá es mentira -Le dí agua- sé que estoy embarazada desde hace un par de semanas, pero no son dos.. lo siento, tenía que hacer algo para que no te enfadaras conmigo. Aunque creo que no he sido demasiado inteligente al hacer la broma..
Conseguí que sacara una sonrisa, a medias, pero una sonrisa. Nos dió una buena charla, escuchamos atentamente porque no quedaba otra, nos dijo que no pensaba apoyarnos en nada y que la habíamos defraudado, aunque los tres sabíamos que esas palabras no las decía ella, las decía su rabia de ese momento. Cenamos en silencio, el ambiente estaba tan tenso que podríamos cortarlo con un cuchillo, ni si quiera terminé y me fuí deprisa a la cama. A la mañana siguiente apareció con dos pares de pijamas azules y dos pares rosas, un paquete hasta arriba de porras y chocolate caliente. Deesayunamos los tres juntos y nos pidió perdón por el comportamiento que tuvo la noche anterior.
En esa semana tuve mi primer antojo: un pepito de chocolate. Son como unos bollos alargados rellenos de crema, antes, lo tenían siempre en una tienda en frente de mi casa, pero cuando cerró, nunca más volví a comerlos. Estaba tan obsesionada que incluso soñaba que me comía uno.
Le pregunte a mi hermana si conocía algún sitio donde lo vendiesen, cojí dinero y me llevó con el coche por todo el barrio buscando una tienda, un chino, algo donde lo pudieran vender, pero no los encontré. A ella le parecía muy raro, nunca me he obsesionado demasiado con la comida, y mucho menos con el dulce.. no es para nada mi estilo, asi que empezó a sospechar.. pero no quiso decirme nada por miedo a que me cerrase en banda y no hablara con ella. Le preguntó a sus amigas y una de ellas conocía una tienda donde lo vendían. Mi hermana me prometió que a la mañana siguiente iría a comprármelo, y así fué. Oh dios mio, creo que no me sentía tan bien desde hacía muchos meses atrás.
Quería hablar con ella esa misma noche, ella no se lo tomó tan bien como los demás. Tuvo su primera hija con 16 años, el segundo con 21 y el tercero con 28... su vida no era precisamente la vida de una chica de 28 años, ella sabía perfectamente por lo que tendría que pasar yo, y entre lágrimas, me explicó que me sería muy difícil, que ella quería que yo hubiera estudiado, que para tener hijos siempre había tiempo, que éramos unos insensatos, pero como a todos, el enfado se le pasó en cuánto empezamos a comprar ropita. 
Llegó la primera ecografía: Fué vaginal, Paquito y yo estábamos muy nerviosos, nos dijeron que solo latía un corazón, era tan pequeño.. un bultito en blanco y negro que si no fuera por la matrona, no hubiéramos reconocido. Escuchamos los latidos y nos dieron cita para análisis de sangre al día siguiente.
El 19 de Marzo nos dieron los resultados, estaba todo en perfectas condiciones asi que no me privaron de ningún alimento, correspondía a 12-13 semanas y el feto tenía el peso y longitud óptimos. El único problema es que yo no estaba engordando con normalidad, apenas tenía 100 gramos más de lo habitual, asi que controlaron mucho mi peso.
La semana siguiente me hicieron la ecografía de las 12 semanas, estaba todo bien. Debía haber engordado al menos 3 kilos, pero no conseguía cojer peso, comía con normalidad, ni en exceso ni demasiado poco, pero al parecer, el feto se alimentaba directamente de mí, en lugar de alimentarme yo y después el feto. Obviando eso, era todo normal.
Compré muchísima ropa, en exceso, diría yo. Mirábamos los carros que nos gustaban y nos gastamos mucho dinero en cosas básicas. Pero como aún no sabíamos si sería niño o niña, no podíamos comprar demasiado.
La matrona me llamó por teléfono y me dijo que debía pedir cita para la prueba de la glucosa, y así lo hice. Dos días antes de cumplir las 20 semanas me presenté a esa prueba. Me hicieron un análisis de sangre, me dieron 100 ml de glucosa y pasada una hora me repitieron el análisis de sangre. Estaba mareada, asi que desayuné con Paquito en la cafetería del hospital, a las dos horas aproximadamente nos llamaron al móvil para que recojiéramos los resultados, y como pensábamos, estaba todo bien y no tuvimos que repetir la prueba.
A los dos días fuí a hacerme la ecografía de las 20 semanas, lo estaba deseando.. podrían decirme qué sexo sería, asi que fuí con Paquito y mi madre. Solo dejaban pasar a uno de los dos, asi que mi madre le dijo a Paquito que pasara, ya que era su primer hijo. Me dijeron que no tenía demasiada barriga, apenas había engordado 300 gramos, pero el feto estaba bien. Nos dijeron que se veía regular, pero que parecía una niña. Realmente no nos importaba demasiado, pero yo prefería un niño, aunque cuando me dijeron lo que era, ambos nos pusimos a llorar. Me dieron cita para las 32 semanas, que sería la última ecografía.
En esas doce semanas, compramos muchísimas cosas, una amiga mía, Ana, me dió mucha ropita de su hija, una bañera preciosa y una hamaca rosa. Compramos la cuna de viaje rosa, bodys, faldas, vestidos, leggins, chupetes, biberones, baberos, zapatos.. pero todo rosa, en todas sus tonalidades. Realmente no era seguro que fuera una niña, pero qué más da, algo en nosotros nos decía que no se habían equivocado. Miré millones de carros, me estaba volviendo loca.. hasta que encontré una página por internet donde tenían un carro rosita que me volvió loca, no era demasiado caro aunque no llegaba a ser barato, pero decidida, lo compré. Ya no había vuelta atrás, tenía que ser niña.
Sus patadas, su forma de moverse dentro de mí, cómo notaba los movimientos dentro de mi barriga.. era increíble sentirla. Pero era mucho más increíble ver cómo Paquito se ilusionaba más con cada día que pasaba. El trabajo iba bien y nosotros nos complementábamos como nunca. Dentro de poco nos iríamos a vivir con mi abuela a otra casa, a una más grande.. y eso incrementaba mucho más nuestra ilusión.
Llegaron las 32 semanas, la ecografía era clara como el agua, preciosa.. veíamos a nuestra pequeña de nuevo, y aunque el tiempo día a día parecía ir con cuenta gotas, cuando llegaban las ecografías, veíamos cómo el tiempo pasaba demasiado rápido. La escuchamos y me hicieron otro análisis de sangre, tenía anemia, pero el hierro lo solucionaría todo. Apenas había engordado 600 gramos y solo quedaban 8 semanas, dos escasos meses para que todo acabara, o que todo empezara.. no era suficiente, tenía que engordar pero no sabía cómo. La solución llegaría más tarde aunque yo no lo supiera.
Me dieron cita para las 38 semanas con sus respectivos monitores y un cultivo ano-vaginal.
A las 36 semanas ya lo tenía todo preparado, incluso el bolso para el hospital. Y una tarde-noche de esa semana empecé con contracciones, no eran demasiado fuertes pero me asusté muchísimo. Cené, me duché y mi madre me llevó al hospital, toda mi familia estaba en la sala de espera.. los médicos y matronas me dijeron que era demasiado pronto, pero que iban a medir mi dilatación. Fué lo más molesto y doloroso de todo el embarazo, pasada la media noche me pusieron monitores y me dijeron que no tenía contracciones. Y era cieto, por esos momentos, ya no notaba nada. Había expulsado el tapón mucoso y mi hija, por arte de magia se había dado la vuelta, tenía la cabeza debajo de mis pechos y los pies cruzados en el canal del parto, asi que empezamos a plantearnos la cesárea. Si mi hija no se daba la vuelta, no sería posible un parto natural.
A las 38 semanas me presenté a los monitores y al cultivo, me hicieron una ecografía de respuestas para ver si se había conseguido dar la vuelta y encajarse, pero no era así, seguía con su cabeza bajo mis pechos, la doctora me explicó como sería la cesárea, la única opción que tenía para un parto natural serían "fórceps" pero no quería forzar a mi hija, no quería hacerla daño, y no me importaba que fuera por cesárea.. Dicho esto, me dieron cita para las 40 semanas, sería la última vez que escucharía a mi hija antes de verla, me darían cita para provocar la cesárea a las 42 semanas si no me ponía de parto antes, y debía hablar con el anestesista y el grupo de médicos que llevaría mi parto.
A las 40 semanas fuí a hablar con la matrona, había engordado 8 kilos en el último mes. Era demasiado para mi peso.. no podía más, apenas dormía con los dolores de espalda, mis pechos eran balones de fútbol, no me habían ensanchado las caderas, asi que no controlaba bien los movimientos con la barriga.. los pies se me hinchaban y le pedí por favor a la matrona que no esperasen a las 42 semanas, teníamos claro que si no se había dado la vuelta en ese tiempo, ya no lo haría, asi que así fué.
Se apiadaron de mí y me dieron cita para el 8 de Octubre a las 7 de la mañana.
Ese día vería a mi hija, pasaría por el momento más duro de mi vida y a la vez el más feliz. El más complicado pero el más placentero, y en ese mismo instante, cuando salí del hospital, cuando vi la cita del médico.. supe cuánto de menos echaba a mis mejores amigas. Me sentí realmente sola. Necesitaba a alguien en quién confiar, alguien a quién contarle que tenía miedo, que detrás de esa fachada de tía dura que puede con todo se escondía una chica frágil llena de dudas, una chica que no sabía como saldrían las cosas.
Pero en el fondo de mi corazón, esperé que aparecieran. Que supieran que iba a ser madre y aparecieran delante de mí para darme apoyo. Lo pasé mal, pero aquello pasó.. como todo pasa.
En un par de días tendría a mi hija en mis brazos, y eso, pese a todo, era lo más importante.


En la siguiente entrada os contaré cómo fué el parto. Quizá los primeros días de vida con Yanira, o quizá lo deje para otra entrada, aún no lo sé.
Espero que hayáis disfrutado mucho con esta entrada, y que las primerizas que lean esto, se hagan una idea de lo que les espera durante esas 40 semanas. 
Muchísimas gracias por seguir leyéndome y animándome por ask, facebook y tuenti. Sois muy, muy, muy especiales.
Un beso enorme, espero que os guste.